Luego de la TMM, nace la TMD, una lampara de sobremesa. Para reducir las secciones se cambió la madera por el metal, y los pies en aspa por una base circular, menos intrusiva en la repleta superficie de toda mesa de trabajo, pero se mantuvo el ingenioso sistema de una simple goma tórica para fijar la pantalla a la altura deseada, así como el gesto de encenderla y apagarla estirando del cable. Una arandela metálica en el fuste recoge y orienta ese cable, integrándolo en el conjunto. Y su pantalla, de elegante lino blanco, hace que su luz templada acomode su alrededor.
Esta combinación de materiales y formas consiguen que, aún apagada, la TMD aporte calidez al espacio.